El viaje fue toledano. Primero, un Barcelona – Madrid con retraso, aunque no el suficiente como para que perdiéramos la conexión. A continuación, un Madrid – Nueva York infernal: nada más sentarnos en el avión, empezamos a encontrarnos mal. Pablo vomita una vez antes de despegar; Julia, dos. De hecho, la pobre pasó más horas en el lavabo que en su asiento. Por supuesto, rechazó la bandeja de “pasta o pollo, da igual lo que elijas que todo está igual de malo”, pidió varias manzanillas e incluso llegó a rogarle a más de una azafata si había algún sitio en el que pudiera estirarse, ya que le sobrevino el convencimiento firme de que su estómago sería menos propenso a rebelarse si se encontraba ella en posición horizontal (por supuesto, no se trataba sino de una de esas inverosímiles supersticiones que a menudo nos asaltan cuando un malestar profundo nubla nuestro entendimiento). A todo esto, las uniformadas de Delta hicieron gala de una pétrea pasividad: por no hacer, no hicieron ni el amago de sentir lástima por nosotros.
Al llegar a JFK, hacemos la larga cola de inmigración con el estómago aún sin asentar. Después del trámite con el funcionario de turno, éste nos comunica muy amablemente que a Pablo tienen que entrevistarle personalmente. Vayapordios.
Pasamos a la salita de Viajeros con Infortunio Fronterizo. Allí que estamos sentados esperando a que nos llamen cuando oímos que la funcionaria que sostiene el pasaporte de Pablo en la mano le susurra a un compañero: “En realidad, no puede entrar hasta treinta días antes del inicio de su programa, ¿Verdad?” Madremía-madremía-madremía: es verdad. Y para que llegue ese plazo faltan aún tres semanas bien buenas. ¿Cómo se nos ha podido pasar? Con lo atentos que hemos estado a todos los trámites de viaje y a los requisitos y limitaciones de nuestros visados. Julia ya mira a Pablo con ojos de “Como nos digan que tenemos que volver, vuelvo a devolver”. Por suerte, se ve que no era tan problemático como creímos en un principio; la limitación se aplica durante tu primer año como estudiante pero, a partir de entonces, ya no pasa nada. Qué susto más tonto nos hicieron pasar.
Al salir de allí, rechequeamos las maletas (no, no pueden ir directas a tu destino) y nos dirigimos a los mostradores de facturación de American Airlines, donde intentamos cambiar nuestro billete para LA a Business (así de mal se encontraba Julia). Pablo intentó ganarse a la azafata haciéndose el marido desprendido que pagaría lo que fuera por que su maltrecha esposa viajara cómoda (mera pose para ablandarla y que nos dejara el aumento de clase a precio de ganga, claro, pues no podemos permitírnoslo) pero, por más que conmovió al personal de tierra, no hubo tu tía; no había plazas en Business, y casi mejor, porque de haberlas habido hubiéramos tenido que desdecirnos de nuestro farol. Así que pasamos el enésimo control policial del día, localizamos la puerta de embarque, extendimos nuestra toalla de playa sobre la moqueta de la zona de espera y allí nos tendimos durante las tres horas que quedaban hasta que saliera el vuelo. A estas alturas, Julia por fin había dejado de vomitar aunque seguía encontrándose mal.
Aterrizamos en LAX por la noche, recogimos las maletas (que tardaron siglos en salir, una de ellas, víctima de un salvaje navajazo que iba acompañado de una tarjeta de las autoridades aduaneras americanas en el que nos decían –por si lo del navajazo no nos hubiera parecido pista elocuente– que habían revisado nuestra maleta), alquilamos un coche y ya por fin nos fuimos para casa.
Llegamos a nuestro hogar-vacío-hogar de madrugada. Afortunadamente, nuestro dueño-vecino-pesado nos había preparado la cama con su colchón hinchable. Muy majo el pobre. Dormimos como troncos pero al día siguiente a las cinco de la madrugada ya teníamos un ojo abierto (uno cada uno, se entiende).
Era domingo pero aquí nunca cierra nada así que fuimos a Ikea, donde nos hicimos con los dos bienes más básicos de cualquier hogar que se precie: el sofá y la cama. Comimos allí con la prudencia que aconseja la resaca de una gastroenteritis autodiagnosticada a medio curar. Por la tarde, fuimos al supermercado para avituallar la despensa. Llegamos a casa de noche y derrotados.
El lunes estábamos en pie a las cinco otra vez. Así empezó una semana en la que básicamente nos dedicamos a ir de una tienda a otra, descubriendo el equivalente estadounidense de Leroy Merlin, Carrefour o Habitat; las tiendas de muebles de jardín (es lo que tiene tener jardín, que hemos tenido que abrirnos a esa rama de la decoración); anticuarios de muebles carísimos; almacenes de muebles usados tan estrafalarios que no parecen tener sitio más que en rodajes; y, por supuesto, nuestra muy querida Ikea, en la que nos movemos con más soltura que los propios dependientes (que tampoco es que sea decir mucho). Como podéis imaginar quienes conocéis nuestra afición a decorar, combinar telas y tapizados y exprimir nuestro presupuesto hasta el último céntimo para hacer de nuestra casa lo menos parecido a un hogar de estudiantes, fueron unos días muy, muy divertidos.
Después de haber elegido, comprado, transportado y montado dos camas; varias sillas; mesas de despacho, de comedor y de centro; cómodas; un sofá; una chaise longue; una butaquita; varios muebles de estantería y alguna que otra lámpara, la casa está prácticamente amueblada. También hemos decapado (Bárbara, nos acordamos mucho de ti) una cómoda para el dormitorio y lijado y barnizado dos tableros para la mesa del comedor del patio trasero, así como colocado algún que otro jarrón, organizado nuestra estantería para las especias, vaciado nuestras maletas y cajas y limpiado la casa de arriba abajo.
Además de todo esto, hemos estado dedicados a la búsqueda de coche (capítulo aparte en breve), a dar de alta los servicios de Internet, gas, agua y luz, a hacernos con el barrio y a redactar un Tratado de Paz Permanente con la fauna y flora que habita nuestro jardín.
Julia ya ha visitado UCLA un par de veces: ha ido a presentarse al profesorado, se ha sacado el carnet de estudiante y ha empezado a explorar el campus, que es inmenso. Los del máster aprietan tanto que ya le han puesto deberes. De hecho, ése es el motivo principal por el que esta entrega se ha demorado tanto. Julia ha tenido que escribir dos secuencias para ver si la admiten en el itinerario de guión/producción para televisión, para el que por lo visto hay mucha competencia (entre otra, de los estudiantes de guión de UCLA, que son, según dicen, los mejores del país). Como la niña tiene muchas, muchas ganas de entrar en dicho itinerario, ha estado dedicando cada rato libre que le han dejado “las mil gestiones del día a día” a escribir esas secuencias, y no este blog.
Y hasta aquí el primer tramo de nuestra instalación. En breve, capítulo aparte sobre la compra del primer coche, el viaje exprés de Julia a Madrid, el inicio de nuestra no poco variada vida social, el resultado de nuestra lucha por conseguir el carnet de conducir californiano y la visita que estamos planeando a San Francisco.
Como siempre, el grueso de las fotos (que no es Pablo, quien ya ha recuperado la línea tras las opíparas vacaciones) lo colgaremos en Facebook. Sin embargo, os dejamos aquí algunas imágenes de nuestras últimas peripecias.
Hola, guapos! Me estreno con los comentarios! Me alegro mucho de saber que ya estáis aclimatados. Vuestra casita, aunque en working progress, ya tiene una pinta estupenda. Muy acogedor ese toque campestre que le habéis dado. Me quedo en suspense con muchas cosas, pero me espero a la próxima entrega. Espero que Júlia logre el objetivo de entrar en el grupo de Guión/Producción! Ya nos contaréis. Besotes!
ResponderEliminar"Bentornats" a vuestra nueva casa! Las fotos del piso, espectaculares. El viaje en avión debió de ser horrible :S San Francisco: tenéis que ir! de lo mejorcito de EEUU. Yosemite y Sequoia, también, que lo tenéis al lado.
ResponderEliminarÁnims Julia amb les seqüències i molta sort :)
Madre mia, si ya teneis el guió de vuestra próxima película!! Más cosas no os pueden pasar!! Lo que no acabo de entender es el porqué os levantais a las 5 de la mañana??
ResponderEliminarLa casa está quedando chula, por no decir requeteguai!! El mueble decapado ni sacado de las mejores tiendas de muebles!! El patio trasero i el porche entiendo que no es lo mismo verdad? Es lo que tienen las casa americanas...
Por Barcelona todo controlado. El 28N es el dia donde iremos a votar para elegir al nuevo presidente de la Generalitat...Buff!! El Barça sorprendentemente perdió su partido en casa contra el Hércules (0-2), en teoria un rival asequible...Pues ná nos quedamos en el campo mi familia (Andrea y Àlex convenientemente uniformados para la ocasión) con una cara de tontons...Pero bueno esto no ha hecho más que empezar!! Las vacaciones muy bien. Asturias, Pamplona y Llafranc. Desconexion!! Besotes.
Laura, la que está harta de recoger pa purpurina del Nenuco peluquería!!
me teneis que enseñar a decapar que, como dice Laura, os ha quedado que ni comprado en la mejor tienda!
ResponderEliminarcomo siempre habeis decorado genial la casita, ya tengo ganas de buscar un hueco en mi agenda "superapretada" para ir a veros!!
espero q podais mantener al dia vuestro blog que, como os he dicho ya un millon de veces, me lo paso genial leyendolo!
os envio un beso enooorme a los dos! mucha suerte en la uni!!
bárb.
Bueno, bueno, qué casita tan mona os ha quedado! ánimos con el resto de la rentrée, mucho más exótica que la que estamos viviendo aquí, sin palmeras ni jardines ;-)
ResponderEliminarmaria m.