Esta semana ha sido algo extraña, porque en medio de nuestras vacaciones neoyorkinas (de las que disfrutamos desde que firmamos el contrato del loft y dejamos de consultar Craigslist compulsivamente y de correr de extremo a extremo de Manhattan viendo cuchitriles), hemos vislumbrado lo que será una parte de la rutina que nos espera estos próximos meses.
Por un lado, Julia ha empezado sus prácticas. El plan era que no empezara hasta el 7 de septiembre, cuando ya estuviéramos instalados, pero la productora le pidió si podía ir algún que otro día de agosto y ella accedió diligente y sin chistar, no-faltaba-más. El día antes, nervios y excitación. Un no dormir… Además, a Pablo se le metió entre ceja y ceja que tenía principio de apendicitis, con lo cual relejarse resultaba aún más complicado. Como era de esperar, a la mañana siguiente, la apendicitis aguda había desaparecido. No obstante, este primer aviso nos dejó una moraleja: tenemos que buscar cuanto antes adónde hay que ir el día en que pase algo (algo de verdad, queremos decir).
Volviendo a las prácticas de Juli, su oficina está en Tribeca, en un maravilloso loft decorado con gusto exquisito y compartido con una productora de publicidad. Las prácticas son básicamente unas prácticas de desarrollo, es decir, que consisten en leer guiones y en proporcionar informes, ya sea en forma de sugerencias de reescritura (cuando se trata de un proyecto que la productora tiene intención de sacar adelante y que todavía puede mejorar), o de filtro de proyectos (es decir, leer guiones que llegan y decir si hay que pasar de ellos, o bien sugerir que los lea tu jefe, o bien decir que el guión es la monda y hay que producirlo). Así que, en ese aspecto, no podía haber tenido mejor suerte. Aparte de esto, hay tareas de becaria pura y dura, a saber:
-Cada mañana, al llegar, hay que mirarse la prensa especializada a la que estamos suscritos (Variety, Hollywood Reporter y Screen Daily, revistas del sector) y hacer un resumen de prensa con las noticias más interesantes: “Susan Sarandon firma para Wall Street 2” (esto ya lo sabemos porque la peli es nuestra); “Dreamworks compra la última novela de Michael Crichton para que la dirija Spielberg”; “Fox, Universal y Paramount se asocian para ofrecer descargas en DVD”). Es un ejercicio que te pone en el mapa de inmediato: “Niña, que aquí llama Susan Sarandon cualquier día, y tú con estos pelos”.
-Porque ésa es la otra: coger el teléfono también forma parte de las tareas de la becaria. La mayor parte de llamadas llegan a los teléfonos directos, por lo que el teléfono apenas suena pero, cuando suena, hay que poner los seis sentidos (esos cinco que están inmersos en el guión que estás leyendo y ese quinto que está diciendo: “Madremía-madremía-madremía que yo no sé si voy a saber hacerlo”). Porque una maneja el inglés con comodidad, pero el teléfono son palabras mayores. Por ejemplo, qué hacer cuando al otro lado de la línea una profunda voz de hombre te asegura que se llama Christine. ¿Habrá dicho Christian? ¿Puede repetirme su nombre, por favor? Christine. ¿Pues no ha vuelto a decir Christine el tío? A ver, pues dígame su apellido. Speedman. Ajá, Speedman. Pues ya con eso vas y le dices a tu jefa que pregunta por ella “Christin SPEEDMAN”, haciendo hincapié en el apellido y pasando muy de puntillas por el nombre, dejando caer las vocales al final de la palabra así como si hablaras con desidia y entonces tu jefa te dice “Thanks, put HER through”. Y ahí se aclaran tus existenciales dudas: pues sí, era una mujer.
-Ocasionalmente, hay que hacer algún que otro recado. El primer día, sin ir más lejos, a Julia le fue asignada la tarea de llevarle a Mr. Pressman (el jefe que nunca viene por la oficina) unos papeles que tenía que firmar. En la 90 con la Quinta, al lado de Central Park. Un impresionante edificio y portería de lujo. Julia entra y el portero anuncia su llegada a través del teléfono interno. Sí, puede subir. Es el piso 14. De catorce. O sea, lo que vendría siendo un penthouse, o ático en castellano. Abre la puerta el señor Pressman en calcetines. Sí, es exactamente igual al de las fotos que Julia ha visto en Internet. Su despacho tiene unas impresionantes vistas sobre el lago de Central Park a las que Pressman no presta atención alguna. Pregunta si Julia lleva mucho tiempo trabajando en la productora (se refiere a si lleva mucho tiempo trabajando para él, pero es educado y no lo dice así) y ella contesta que no, que es su primer día. Añade que le han dicho que él no va mucho por la oficina, a lo que Pressman responde que no ha estado nunca. A eso se le llama ser jefe: a no ir nunca por tu oficina. A la que sí va más es a la de Los Angeles (“¿Ah, tenemos oficina en LA?” Julia toma nota mental), adonde viaja una vez al mes. Julia le dice que su oficina de Tribeca es muy bonita. Será porque el comentario despertó su curiosidad, será casualidad, pero el viernes Mr. Pressman se plantó en la oficina. Sus empleadas (las jefas de Julia) no daban crédito y corrían alborotadas de un lado a otro preparando la llegada del gran jefe. Así que sí, era verdad que no había estado nunca.
-En cuanto a las lecturas de guión, lo normal es empezar haciendo de filtro de guiones no solicitados pero, como saben que Julia tiene experiencia como lectora y demás, de momento le han pasado uno de los guiones que van a producir, es decir, que no tiene que decir "este guión no da ni para papel de reciclar", sino proporcionar notas de reescritura. Los guionistas son dos celebridades trufadas de Oscars y la cosa da respeto, para qué nos vamos a engañar. Todo lo que Julia lee y ve en Pressman Film está sujeto a la más estricta confidencialidad y, como aún está muerta de miedo de que este sueño se acabe , no quiere abrir el pico. Pero podéis consultar la página güeb de la productora y allí, al final de los proyectos en desarrollo, veréis el que acaba de analizar y quién va a protagonizarlo. Entregó el informe el viernes y el lunes le dirán qué tal. A ver qué pasa. De momento, irá a las prácticas mañana y luego hasta la semana que viene ya nada porque ha pactado la primera semana de septiembre libre para instalarse. Os iremos informando de cómo evoluciona.
Por otro lado, a modo de "atisbo de rutina", también estuvimos en la escuela donde va a estudiar Pablo, la New York Film Academy -para nosotros, NYFA, pronunciado “nifa” (así, sin glamour alguno). En realidad, esto fue la semana pasada, pero no os lo habíamos contado y, "temáticamente" o "a nivel temático" (escoged la expresión que menos os guste), encaja bien en esta entrada.
El objetivo de la visita era que Pablo se presentara y tuviera un contacto preliminar. Fue muy graciosa su entrada allí, porque no había estado nunca, y la verdad es que el sitio no es precisamente lo que él esperaba: imaginaros un edificio antiguo (de cuando NY estaba recién adoquinada), más bien decadente, lleno de gente yendo y viniendo en una coreografía sin orden aparente, cables y claquetas por el suelo, mucho mac y mucha vestimenta negra. Y un fuerte olor a algo extraño. A Pablo le pareció que no iba a encajar entre tanto hippie (“Esto parece la academia de Fama. Sólo nos faltan un par de calentadores a cada uno.") y, muerto de miedo, pronunció esa pregunta que surge de vez en cuando: “Porque yo, Julia ¿por qué estaba empeñado en venir aquí?” Fue entonces cuando nos asaltó una intuición: ese olor extraño… Caímos: era el olor del celuloide. Claro, es lo que tiene haber estudiado en una de las mejores facultades de Comunicación Audiovisual de España: que el cine ni lo hemos olido. La NYFA parece todo lo contrario de la Pompeu: no hay un despliegue de medios que impresione al futuro estudiante, ni un look higiénico que tranquilice a sus padres; en cambio, todos los que corren por aquellos pasillos llevan una buena cámara en las manos y parecen tener claro que lo que se espera de ellos es que espabilen por su cuenta.
Vimos anunciada una conferencia que daban al día siguiente. Se titulaba “Failure is not an option” (algo así como “fracasar no entra en nuestros planes”) y pensamos que podía ser un buen punto de contacto para oír a gente interesante. Vinieron algunos productores de cine independiente que hablaron de cómo habían enfocado sus carreras profesionales y de cómo concebían el éxito y el fracaso. Oímos alguna que otra historia fascinante y Julia aprovechó para presentarse a un productor especializado en armar coproducciones con Europa; la ocasión la pintan calva. Calva y gorda, porque el hombre estaba entrado en carnes.
yo sin ninguna duda quiero ser un Mr Pressman.
ResponderEliminary lo del apendicitis... ojo Pablo, que mi abuelo a tenido un ataque destos y la manaña seguiente ya estava bien, en esto, 3 dias despues se fué al cielo
Más que interesante el cuadernito de notas que nos están regalando nuestras rutilantes estrellas de Central Park, (en un par de años en el Hall of fame, al tiempo...). Después de leer vuestras primeras entradas, he de decir que todo este ejercicio bloguero me va oliendo a futuro guión de peli de triunfador que llega desde las Españas y se hace las Américas, [al tiempo... (bis)]. Veo que Mr Pressman ya ha caído rendido a los encantos de Juli. Era de esperar.
ResponderEliminar¡Ojo avizor Pableras, que estos yankees son muy vivos!
Seguid manteniéndonos informados, que el asunto pinta muy bien.
Besos y abrazos