El domingo, tras llegar del aeropuerto, nos conectamos a Craigslist (la web de anuncios por Internet que usamos –entre otras cosas- para buscar piso). Son las dos de la madrugada y estamos cansados, pero el esfuerzo tiene su recompensa, porque encontramos un loft que tiene una pinta maravillosa. Ipso facto, enviamos mail a la dirección de contacto que proporciona el anuncio.
Al día siguiente, nos despierta el timbre del móvil. Julia tantea en la oscuridad mientras balbucea una especie de mantra: “¡El loft del East Village, Pablo, pásame el móvil, dónde está el móvil, el loft, Pablo, el loft, el móvil, pásame el loft, es el móvil!” Consigue atender el teléfono a duras penas. Interlocutor amable al otro lado de la línea, un tal Richard que da la casualidad de que habla español. Pero la conversación se mantiene en inglés porque su español dará para ligar con alguna ibicenca, pero poco más. Richard es amigo del dueño, Dan, que vive en Barcelona y estaría encantado de alquilar el loft a una pareja de la susodicha ciudad.
Total, esa misma tarde (lunes) vemos el loft y nos enamoramos. Podéis verlo en este link, aunque cabe señalar que el apartamento no es tan grande como parece en estas fotos, que están tomadas con picardía:
http://www.flickr.com/photos/monkey101/sets/72157600327554686/
Tiene hasta lavavajillas, que aquí es cosa rarísima. El precio está ligeramente por encima de lo que teníamos presupuestado, pero incluye todos los servicios: además de la calefacción y el agua –que aquí es lo habitual-, también Internet de alta velocidad, electricidad (y, por tanto, aire acondicionado) y televisión por cable. Aun así, arrugamos la nariz, decimos que es caro para lo que andábamos buscando y dejamos caer que necesitaremos (necesitar es un concepto relativo, y más en la capital del capitalismo) la suscripción “premium” a la televisión por cable (para poder ver los canales de pago que programan las series a las que somos adictos). Richard accede a hacer todas las gestiones con Time Warner y a incluir la cuota en el alquiler sin subir el precio. Pablo y Julia se miran de hito en hito: ¿decimos que sí? Pablo mira a Julia desconcertado. Su mirada quiere decir: ¿Pero no me habías dicho que disimuláramos si nos gustaba mucho? Julia contesta también por gestos: Ya, pero no pensé que nos gustara tanto. Porque nos gusta tanto como para no dejarlo escapar, ¿verdad? Sí, parece que sí.
Nos damos un apretón de manos con Richard mirándole a los ojos. Y eso es lo que tenemos como garantía, así que "sólo" la maldad humana nos separa de un hogar en la Gran Manzana.
No sin miedo de que todo vaya a transformarse en un horripilendo timo, el martes vamos a IKEA mientras esperamos a que el padre de Julia se mire el borrador de contrato que nos ha mandado Richard y diga si le parece medio sensato. El IKEA más cercano está en Brooklyn y se llega en un ferry cuya entrada cuesta 5$ que te devuelven si haces una compra superior a 10 en IKEA. Allí miramos algunos gadgets que pueden venirle bien al loft.
El miércoles por la tarde, tras haber intercambiado varios mails con Richard, firmamos el contrato y el viernes hacemos la transferencia del depósito (una mensualidad) y el primer mes. Es de lo menos abusivo que hemos visto por estas tierras. Si todo va bien, mañana lunes por la tarde quedaremos con Richard y nos dará las llaves, que probaremos en el acto, aunque no podremos entrar en el loft hasta el 1 de septiembre porque todavía está el inquilino actual (y sería feo empezar a colgar nuestros vestidos cuando a él aún no se le ha terminado el contrato).
El State ID
Hay diversos documentos que te pueden servir para atestiguar esas perogrulladas, desde una tarjeta de crédito hasta una factura de la luz, y los puntos que te da cada uno aparecen en unas fotocopias que te da la típica funcionaria negra y gorda con malas pulgas. Le dimos vueltas y vueltas a la fotocopia e hicimos hasta tres veces la cola de información para averiguar cómo podíamos ingeniárnoslas con nuestros escasos documentos para probar que éramos residentes de pro. Por fin, hemos conseguido reunir los 6 puntos gracias a: pasaporte y visado (three points); tarjeta de crédito (one point); contrato de telefonía (one point); tarjeta de seguro médico (one point). Así que mañana, en principio y si a la negra de malas pulgas no se le antoja lo contrario, tendremos State ID y habremos dado un paso más hacia nuestra integración como personas dignas de un trato justo e igual en esta supuesta meca de la democracia.
El teléfono
Pero cuando llega el momento de sacar la tarjeta de crédito, a Pablo le entra ese duende rata que lleva dentro. Y se tensa. Julia nota que se le torna opaca la mirada y, antes de entregar la tarjeta: ¿Pablo, estás seguro? Y Pablo: No. Así que Julia sonríe apurada a la dependienta y le dice “Lo siento, tenemos que pensárnoslo”. Salimos de la tienda –que, por cierto, era la de Times Square, así que estamos en medio de una marabunta humana- y Julia: “Pues ya te podían haber entrado las dudas antes de la media hora de cola”. Es mucho dinero, sí. Más que nada, porque nos hacen dejar 500$ de depósito (por si acaso nos damos a la fuga y decidimos no pagar las facturas). Si no fuera por eso, sería hasta barato. Pero no hay otra. Y el Iphone vale la pena. Total, que a la media vuelta a la manzana, Pablo ya estaba convencido otra vez. Así que ya nos veis volviendo a entrar en la tienda con la sonrisa congelada. “Oyeeeee… que sí, ¿Eh? Que ahora sí que sí”. En fin, hicimos todos los trámites y ya tenemos sendos Iphones con su contrato, y un punto más para el State ID.
Otros (no gestiones)
Aparte de los trámites instalatorios, hemos hecho otras cosas divertidas. El miércoles por la tarde-noche, copa en el SoHo y paseo por Chinatown con Marta (becaria que estudia en Harvard pero que ha venido unos días a NYC) y su amiga Marga.
El jueves, desayuno con Cot y Jordi, que han hecho una brevísima parada en la ciudad de vuelta de su viajazo coast-to-coast. Anda que no molan.
Por la noche, fiesta en casa de Jordi, otro de los becarios, a la que asistieron todos los becarios (y anexos) instalados o de visita en Nueva York.
El viernes, resaca y gestiones desde casa.
El sábado, brunch en Sarabeth’s, en el que tomamos unas tortitas que bien le valen la fama que tiene. Aquí estamos con cara de hambre antes de hincarles el diente (porque hay que hacer cola para pillar mesa, claro).
Y, por la tarde, fuimos a ver “Up”, que os recomendamos a todos. Isa i Jesús, sobretot a vosaltres.
Hoy domingo hemos estado en Brooklyn. Hemos cruzado el puente a pie (impresionante) y luego hemos dado un paseo por algunas de las zonas más conocidas: DUMBO, Brooklyn Heights, Park Slope y Prospect Park. Hemos comido en un sitio que se llama 5 Front. Con una terraza interior muy agradable, buena comida y precio razonable.
Muy bien el bloch!!
ResponderEliminarMe he leido los 3 articulillos y me soy reido bastante...hay que ver lo rapido que os habeis espabilado.
Vaya pajaros que estais hechos, "no us esteu de res": ya os veo a los dos paseando por Manhattan con vuestros respectivos iPhones...
Yours sincerely,
Hugo
Así me gusta, con vuestras fotitos y todo!
ResponderEliminarUn beso fuerte para los dos y a seguir disfrutando.
eternamente Gala**
Lo de escribir vuestra aventura americana en un blog es una gran idea ^^ Tanto para los que nos vamos a morir de envidia como para vosotros mismos: es un recuerdo para siempre! Y dentro de un tiempo os a encantar leer y releer como empezó todo... Quién sabe! Igual de esto acaba saliendo el guión de la nueva serie "How I met NY".... jeje
ResponderEliminarroser
Qué bueno lo del blog, y la verdad es que ya pasaran más de 3 semanas y me parece que fue la semana pasada que hemos jugado con el Little Muzzy. Me estoy imaginando vuestras aventuras y el piso por las fotos me parece súper guay. Espero que todo se mantenga en esta flujo de suerte (no lo sé si se pude decir mare de suerte?¿?).
ResponderEliminarSolos les pido un favor, si por acaso se cruzaren con Kim Cattrall, denle mi número de teléfono ;) besitos y abrazos