Páginas

Julia en el país de las universidades

Aunque la mayoría ya vais sabiendo algo gracias a un mail por aquí y un Skype por allá, ha llegado el momento de recapitular y explicar en qué punto se encuentra la misión “Ninguna Julia sin Máster del Universo en 2010”. Las universidades a las que hemos mandado documentación son (digo “hemos” porque siento que éste ha sido un trabajo en equipo de la muchísima gente que me ha ayudado, aconsejado, apoyado, soportado mis dudas y preguntado por mis progresos):

UCLA – en Los Ángeles. De lo mehorsito que hay en el planeta.
USC – en Los Ángeles. El máster que me interesa se llama “Peter Stark” y sus alumnos son conocidos en Hollywood como “starkies”, sinónimo de “joven listo y creativo” o de “niñato engreído y sabelotodo”, según a quién preguntes.
NYU – en Nueva York. Solicitamos acceso a un máster que es a la vez un MBA y un MFA, es decir, un título de económicas (con su contabilidad, su estadística, su marketing y su todo) y otro de lo que aquí llaman “Fine Arts” (que es donde entraría todo lo de cine, TV y, en general, industria del entretenimiento). Por tanto, hay que conseguir que me seleccionen tanto en la Stern School of Business como en el Kanbar Institute of Film & TV. Si no, no hay máster que valga.
Chapman – en Orange, un pueblo a unos 40 minutos (en coche, por autopista y sin perderse) de Los Ángeles. Aquí también perseguimos un doble máster MBA/MFA, así que tendrían que seleccionarme en dos escuelas.
AFI, American Film Institute – en Los Ángeles. Es un conservatorio financiado por donaciones de profesionales de Hollywood (como casi todas las escuelas de cine) que está muy bien conectado con la industria pero cuyo programa no me atrae tantísimo.
Además, hay otro par de universidades a las que Fulbright ha solicitado acceso en mi nombre pero, para no aburrir con tanto nombre y descripción, paso de mencionarlas.

PRIORIDADES Y DILEMAS

UCLA y USC son las dos mi primera opción porque, la verdad, los dos son la pera y no se me ha ocurrido sopesar cuál prefiero ya que la posibilidad de que me digan que sí en los dos es muy pequeña. Por tanto, lo más probable es que decida el destino.
El programa de NYU también podría estar en el número 1 pero, como la universidad está en Nueva York y lo suyo es que el año que viene nos vayamos a la costa Oeste, queda en segundo lugar.
A partir de ahí, ya tenemos el reguerillo de otras escuelas de Los Ángeles: Chapman primero (aunque con el inconveniente de que está muy lejos de LA), luego AFI y luego el resto.

De aquí se deduce claramente nuestra preocupación: si me seleccionan en UCLA o USC, perfecto pero, si no, ¿Qué hacer?
a. Quedarme en Nueva York sin Pablo
b. Que Pablo se las apañe para hacer el segundo año de su máser en NY. En principio, esto no es posible pero podríamos inventar alguna pirula.
c. Conformarme con una opción menos satisfactoria en LA.
Pues ya veremos.

ADICCIONES

La espera está siendo emocionante, llena de tensiones y sorpresas. Hay un foro en Internet en el que otros alumnos ansiosos y desesperados como yo cuelgan sus inquietudes.
Dice uno: “Me han llamado de UCLA para el programa de guión”
Contesta otro: “Pues a mí no me han dicho nada todavía. ¿Tú de dónde eres? A lo mejor es porque yo estoy en Georgia y a los de la costa Este no nos han llamado todavía.”
Otra: “Pues yo estoy en Filipinas (aunque soy de nacionalidad canadiense) y todavía no me han dicho nada.”
“A mí me llamaron el otro día y me dijeron que sabríamos algo a finales de marzo.”, “¿Alguien sabe algo de AFI?”; “Llamé a admisiones hoy y me lo ha cogido Menganita que dice que ya han enviado todas las invitaciones para entrevista”; “¿Cómo sugerís que vaya a la entrevista? ¿Tengo que llevar traje y corbata? Qué os han preguntado a vosotros?”; “¡Qué envidia, a mí no me han preseleccionado! Mucha suerte, tío. Yo iría en vaqueros.”…
Y así todo. Si este proceso se alarga un poco más, dentro de poco me veréis en una asamblea:

Yo: Me llamo Julia y soy adicta al foro de studentfilms.com
Todos al unísono: Hola, Julia.

También hay otras adicciones, como conectarse cada día a la cuenta online que tienes en cada universidad para ver si han recibido toda tu documentación, si todo está en orden, si ya han tomado una decisión; o mirar el mail compulsivamente; o abrir el buzón del correo con el corazón en un puño, sobresaltándote cada vez que ves en el fondo oscuro un sobre con el logo de una universidad: subes las escaleras (cuatro pisos, hasta nuestro apartamento) sin saber si es mejor quitarte los guantes primero, usar la llave para abrir el sobre o, directamente, emprenderla a dentelladas contra el papelajo. Normalmente, acabas escupiendo trocitos de papel mientras lees un panfleto publicitario sin relevancia alguna.

De momento, a pesar de todo, casi todo han sido alegrías.

ALEGRÍAS

En UCLA hemos pasado a la ronda de entrevistas. De los cientos que se habrán presentado (no sé exactamente cuántos pero calculo que la cifra estará en torno a los 300), sólo entrevistan a 30 candidatos, así que estar entre ellos es una excelente noticia. Cuando me llego el mail en el que me lo comunicaban, estaba en la proyección de una película que todavía no se ha estrenado (un "test de audiencia") y no sabéis cómo me costó esperar a poder salir a la calle para dar brincos d alegría. De entre los 30 entrevistados, escogerán a unos 12 ó 15 alumnos. La entrevista fue el miércoles 24 por Skype y tuve (tuvimos) que preparar un exhaustivo listado de preguntas que me hicieron llegar por adelantado. No me fue mal aunque, si os digo la verdad, a estas alturas ya no distingo “bien” de “qué mal les he caído”. Dijeron que sabríamos algo a mediados de marzo, es decir, dentro de dos semanas. Y esperar, y esperar…

En USC/Peter Stark, tuve la entrevista preliminar en octubre cuando estuve en Los Ángeles. La entrevista no significa nada; simplemente, quieren conocerte para que, cuando lean tu documentación, puedan ponerte cara. A partir de ahí, todo es enviar la documentación y esperar a que suene el teléfono. En teoría, tenían que haber dicho algo el 23 de febrero pero, como este año ha habido el doble de solicitudes de lo habitual, van atrasados. Normalmente, es difícil entrar porque sólo pueden escoger a uno de cada ocho solicitantes. Este año, la cosa está prácticamente imposible; cogerán a uno de cada quince. Entenderéis, pues, que no me haya dedicado a pensar si me apetece más ésta o UCLA: ¡¡¡Me doy con un canto en los dientes con que me cojan en alguna!!!

NYU. Me han preseleccionado tanto en la escuela de cine (donde ya tuve la entrevista el lunes) como en la de negocios, donde me entrevistarán este lunes día uno. Además, he estado de visita en una clase (espectacular el nivel de los estudiantes), he visitado el campus guiada por un alumno y el lunes, después de la entrevista, me invita a comer un estudiante (todo pagado por la universidad, claro). Por si esto fuera poco, el otro día me llegó un mail de una chica española que está haciendo el máster. Decía que el personal de admisiones le había comentado que el lunes tengo entrevista y comida y que si quiero que nos tomemos algo luego. Como veis, se deshacen en atenciones con todos los que hemos pasado a la ronda de entrevistas. No es para menos ya que sólo por el hecho de enviar tu documentación tienes que pagar 250 dólares. Sí, sí: doscientos cincuenta. El resto de escuelas no son tan caras; a Stern se le junta que está en Nueva York, que es de primera y que es de “business” (se nota muchísimo la diferencia entre las escuelas de cine y las de negocios).

Del American Film Institute también me han llamado y tendré una entrevista en Nueva York (muy majos porque no me obligan a desplazarme a LA) el martes.

Aparte de esto, me llamarán el miércoles para entrevistarme de la NYFA (la escuela de Pablo pero desde el campus de Universal City en Los Ángeles) y sigo esperando noticias de Chapman (que es normal que no haya dicho nada porque fue la última a la que entregué la docmentación) y de alguna otra con la que no vale la pena marearos de momento.
Me despido rogándoos que crucéis los dedos, pongáis cirios a vuestro santo favorito, hagáis la danza de la liebre u os entreguéis a cualquier rito que suela funcionaros para obtener vuestros objetivos. Ya os contaré si los esfuerzos surten el efecto deseado.

Chinatown

A finales de enero, tuvimos “cena de empresa”: Mr. Pressman y su mujer invitaron al equipo fijo de la productora a una cena para celebrar el nuevo año y, por alguna razón que se nos escapa, Julia estaba incluida; y Pablo, por extensión. Cenamos en un restaurante de Tribeca que nos pareció correcto a pesar de lo escogidos que somos y, contra todo pronóstico, lo pasamos muy bien. Hicimos buenas migas con la assistant de Ed (hasta ahora conocida por este blog como “la china”), que merece capítulo aparte.

Jen está muy feliz y muy contenta porque ha encontrado nuevo curro. Después de dos años desperdiciando neuronas en gestiones bobas y templando los nervios para no darle un bocado a Mr. Ed, decidió que tenía que marcharse de allí. Bueno, decidido lo tenía desde hace tiempo, lo que pasa es que por fin tomó cartas en su propio asunto. Ahora será personal assistant (creo que ha nacido para eso) de un distribuidor de cine independiente que paga mucho mejor que Pressman y que es mucho menos antipático. Como no podía ser de otra manera, es amigo de éste. Todo es muy diplomático y muy “te deseamos mucha suerte” pero hay cierto retintín en el ambiente. En cualquier caso, como Jen se siente liberada, está un poco pasota y mucho más divertida. Así que en la cena estuvo muy dicharachera y, cuando le comentamos que no sabíamos dónde comprar pescado fresco que no fuera carísimo, nos dijo que nos llevaría adonde lo compra ella.

Jen nació en Taiwan pero se crió en Sydney, aunque estuvo unos meses viviendo en “Europa” (sur de Francia y Escocia, según especificó cuando le comentamos que a nosotros “Europa” nos parecía un término muy amplio) y ahora lleva tres años instalada en Nueva York. Así que, por un lado, tiene una cultura culinaria muy marítima y muy distinta de la neoyorkina; y, por otro lado, conoce Nueva York lo suficiente como para ser una buena guía de mercados. Nos llevó a varios puestos de pescado, fruta, verdura y carne de Chinatown, que no sólo nos quedan cerca de casa sino que además son baratísimos. Si no nos los hubiera señalado alguien de confianza, nunca hubiéramos comprado ahí porque nos hubieran parecido sospechosamente baratos. Pero, sabiendo que Jen compra ahí, estamos ansiosos por ampliar nuestro horizonte culinario con víveres tan asequibles.

Pero no sólo de frescos vive Chinatown. En ese barrio tan grande, que va poco a poco conquistando el Financial District a base de poner carteles en chino a los bancos y a los McDonald’s, hay todo un submundo. Pablo y Gala (que estuvo aquí de visita) se fueron a Chinatown a comprar bolsos “de marca”. Por allí que andaban paseando cuando se ve que a una china les pareció que tenían cara de buscar bolsos (¿qué cara tiene alguien que anda falto de bolsos?) y les dijo: “¿Bolsos? ¿Lelojes? ¿Gafas?” Superada la sorpresa inicial y ya habiendo comprendido que la china les hablaba en castellano, dijeron: “Sí, bolsos”. Entonces, la china saca un walkie-talkie y se comunica en chino con un subalterno, un socio o un proveedor (no sabemos). Imaginamos algo así como: “Al habla dragón rojo, identificados dos posibles clientes; europeos, con pinta de buscar Prada y Gucci, necesito género, cambio y corto”. A los pocos minutos, se acerca otra china que los guía hacia un rincón y allí, detrás de un camión que los ocultaba de la ley, Pablo y Gala estuvieron hojeando un catálogo a todo color. La china manejaba un castellano más que suficiente para manejarse en estos casos: “barato”, “sixty dólar”, “tengo” y “no tengo”. Hasta tal punto les pareció que aquello era como lidiar con la gitana del mercadillo que Gala en un momento dado le dice “Y Luis Vuiton no tienes, ¿no?” No, no tenía. Como no vieron nada de su gusto en el catálogo, siguieron paseando hasta que les asaltó otra china saltarina. Y así sucesivamente. Finalmente, se marcharon de allí sin bolso alguno, pero no de manos vacías ya que no todos los días puede uno contar que ha estado paseándose al margen de la ley.

El corto de los patatuses

Pablo está terminando de montar su corto “Department of Homeland inSecurity”, del que Julia es la muy orgullosa guionista. El rodaje fue muy, muy accidentado. El primer día, sin ir más lejos, no pudieron rodar. Una vez que habían aparcado la furgo, bajado el equipo, definido el plano, plantado la cámara, ensayado con los actores y se disponían a decir “¡Acción!”, salió un segurata del edificio en cuya entrada pretendían rodar para decir que allí estaba prohibido grabar imágenes. La productora no había hecho las gestiones que tenía que haber hecho y en aquel momento no estaba allí, así que, ante las protestas del segurata, las miradas de los doce miembros del equipo se clavaron en Pablo. Tuvo que dar la cara, intentar negociar y, cuando vio que ni el segurata ni su jefe se apeaban de la burra, buscar una localización alternativa por la zona. A pesar de los esfuerzos, no hubo tu tía, por lo que ése fue un día perdido: perdido el tiempo, perdido el dinero que había costado alquilar la furgoneta y el material y, sobre todo, perdida la confianza del actor principal que, si ya era reticente a trabajar gratis y con estudiantes, imaginaros su disponibilidad a confiar en su director después de semejante numerito. A base de trabajo y talento, Pablo se lo volvió a ganar y, al final, hasta le ha dado una lección de profesionalidad. El segundo día de rodaje, que era en un cementerio que está una hora al norte de la ciudad, la conductora de la furgoneta se durmió y el rodaje empezó mucho más tarde de lo previsto. Aun así, haciendo de la necesidad virtud, pudieron rodarlo todo.
Pero no terminaron ahí las adversidades.

Cuando, ya cerrado el rodaje, Pablo se sentó a examinar el material que había grabado, descubrió con espanto que había varios planos desenfocados. No había posibilidad de volver a rodar, entre otras cosas porque el actor principal había tenido que someterse a un cambio de look radical que daría al traste con el raccord (la continuidad de acción, espacios y apariencia que se necesita para que dos planos rodados en momentos distintos puedan parecer sucesivos una vez montados).
Como conocéis a Pablo, podéis imaginaros el patatús que se llevó. Tras no pocas expresiones de incredulidad y desánimo, amenazas de asesinato e intensas sesiones de lamentación, no le quedó más remedio que ponerse frente al mac para montar mientras entre dientes repetía que estaba seguro de que los cortos de sus compañeros iban a ser obras maestras.

Por fin llegó el día en que había que presentar un esbozo del montaje en clase. Y resultó que el de Pablo no sólo era el más acabado, sino también el que contaba mejor su historia. Sus compañeros le alabaron y le dijeron que les había conmovido. Y eso es algo difícil de conseguir, más todavía si uno tiene que hacerlo con planos desenfocados. Ha trabajado mucho, mucho, mucho y se lo merece.

A estas alturas, el director de foto (un italiano muy apañao) ya ha hecho la corrección de color. La banda sonora la compondrá un becario de La Caixa –o “cajero”, como dice nuestra amiga Marta, también cajera- que está haciendo un Master en composición de música para cine. Esperamos poder colgar “Department of Homeland inSecurity” en Youtube a principios de marzo e incluso no descartamos enviarlo a algún que otro concurso, aunque eso lo someteremos a votación entre vosotros cuando podáis verlo.

Entre sobresalto y sobresalto, Pablo ha empezado el segundo semestre. Superado el primer cuarto del Master, son muchos los alumnos que han abandonado el barco: eran 12 y sólo quedan 7. El programa exige una dedicación física, mental, emocional y económica que no todos pueden aguantar. Lo bueno es que ahora el listón sube y las clases son cada vez más profesionales. Hasta abril, las sesiones se dedicarán básicamente a preparar el rodaje del corto de final de año, que será el primer proyecto grande y se rodará en mayo o junio. Se avecinan nuevas emociones.

Ya (casi) somos ese matrimonio de becarios que siempre quisimos ser

Julia fue preseleccionada otra vez para otra beca Fulbright. Tuvo la entrevista el 8 de enero en Madrid y el asunto fue como la paradoja del Gruyère:
- A más queso, más agujeros
- A más agujeros, menos queso
- Por tanto, a más queso, menos queso
Pues eso: esta vez, la entrevista le fue mucho peor. Y, caprichos de la lógica, peor fue mejor.
Cogió el vuelo de vuelta a casa el mismo viernes después de la entrevista y a las siete de la tarde (hora neoyorkina) ya estaba en JFK haciendo la cola de inmigración. En ésas que enciendo su iphone y allí encuentra un mail que empieza con “Congratulations!” en vez de con el tan temido “Lamentamos comunicarle que…”
El mail estaba tan lleno de información que resultaba muy poco informativo (otra paradoja): daba tantos detalles, exigía tantos deberes e imponía tantas condiciones que, al terminar de leerlo, Julia no sabía si le habían dado una beca o un mazazo.
Pero claro, ésas ya no eran horas de llamar a España, por lo que el fin de semana lo pasamos en incertidumbre. Sin embargo, el lunes confirmamos que, efectivamente, Julia ya es becaria Fulbright. Esto significa que le pagarán una generosa asignación mensual, una parte de la matrícula y otros gastos de viajes, seguro y visado mientras dure el Master. Y, por tanto, esto será así SI Y SÓLO SI consigue entrar en uno de los Masters. Como es lógico:
Beca Fulbright <---> Master

Las ansiadas respuestas de las universidades llegarán entre mediados de febrero y mediados de abril. Muy cierto es que el que espera desespera así que a Julia le da un vuelco el corazón cada vez que suena el móvil o entra un mail con publicidad de alguna Universidad. Por suerte, su móvil no es que suene mucho, que digamos.
Tampoco se trata de entrar en demasiado detalle pero, para que os hagáis una idea, estamos esperando el veredicto de seis programas distintos y las posibles respuestas son:
  • Oye, que queremos entrevistarte. Sí, porque parece que tienes buena pinta pero no hemos tenido bastante con el mamotreto que nos has enviado, queremos verte la cara mientras dices lo que has escrito aquí.
  • De momento, hemos decidido no entrevistarte, pero te hemos puesto en nuestra lista de espera así que, si nos falla alguien, te daremos la oportunidad de coger su plaza.
  • Gracias, bonita, pero por aquí no queremos ni verte el pelo.

Que te llamen para la entrevista es muy buena señal, claro. Después de eso, tardan pocos días en notificarte si te han aceptado o no. Si es que sí, tienes un tiempo para decidir si tú les aceptas a ellos o no; no olvidemos que éste, como cualquier proceso de seducción, requiere que la atracción sea mutua: el estudiante tiene que gustarle a la universidad pero también ésta tiene que gustarle al estudiante (sin embargo, como siempre, son “ellas” quienes tienen la sartén por el mango).
Hay una cuarta opción, que sería:

  • Mira, somos tan chulos que ni siquiera te vamos a contestar.

Esto viene siendo un no, sólo que más desagradable. Se ve que hay algunas universidades que no envían cartas de rechazo; si no te admiten, nunca más vuelves a saber de ellos y sanseacabó. Pero son las menos; en general, el trato con el solicitante es exquisito.

Así que a esperar…